Después de que el Hombre del Perfume (en adelante, HdP) me dejara plantada en la otra punta del planeta aún sabiendo cuánto odio volar -episodio que contaré si es que algún día puedo hablar de ello con humor, es decir cuando tenga unos 98 años, es decir, nunca- pasé por todas esas etapas lamentables de los amantes desengañados -etapas de las que hablaré si es que algún día puedo hacerlo con más humor que patetismo, es decir, ídem.
Una vez que fui capaz de ver todo aquéllo con un poco de distancia, al menos, traté de atender el consejo de F (no, no el de la terapia, eso jamás!) y de la mayoría de las revistas femeninas (no, no el de agregarme tetas, ese tampoco!), y mantenerme optimista y open-minded. (¿Por qué no hay traducción para open-minded? "Mente abierta" suena tan como a neurocirugía).
Acepté que me arreglaran un par de citas. ¿Qué tan malo podía ser eso? Entendí entonces, como sospechaba, que open-minded en realidad quería decir estar dispuesto a ir a lugares que a uno no le gustan y hacer lo que uno no quiere con gente que a uno no le agrada.
Tomemos, por ejemplo, la noche en que conocí a Fulanito.
Era la época de las elecciones a intendente (en este blog todavía se dice "intendente", nada de Gobernador de no sé qué cosa). El tema era inevitable:
Fulanito: Bueno, yo siempre tuve cierta simpatía hacia las tendencias de
izquierda... así que... voté a [ inserte aquí a la izquierda revolucionaria de su preferencia ]
Yo: Ah, y en segunda vuelta?
Fulanito: A [ inserte aquí alguna derecha rancia recauchutada ].
Fulanito: Es que... tengo problemas... para... mirar a la gente... a la
cara...
¡Puta, yo también tengo lo mío, pero no se lo suelto al primero que pasa!
Escapé tan pronto como me fue posible, no sin que antes Fulanito me quisiera estampar un beso sin preaviso (¿¿y la timidez patológica??). Me subí al primer taxi en dirección a la casa de B, donde ella y sus amigos daban una fiesta. Quería olvidar el mal trago. De golpe me vi en medio de una suerte de bailando-por-un-sueño doméstico, me atraganté de pisco, tuve que cantar Total eclipse of the heart a duo, un hombre comprometido se ofreció a ser el amor de mi vida, a condición de que lo olvidara el lunes (ay, los hombres, los hombres) y al día siguiente tuve la peor resaca de mi vida (está bien, tuve resaca dos veces en mi vida, total) de la que me fui a reponer en casa de mi mamá, a la que por una vez, debo darle el crédito.
Y no sólo por el té de manzanilla.