mayo 08, 2007

Son todas unas brujas


Sé que he llegado al punto más bajo de mi existencia cuando se me da por leer la Cosmo.
Cuando necesito que alguien me hable como si yo fuera una comehombres de segmento abc1 cuya mayor preocupación es la celulitis para sentir que pertenezco, sé que -nonono- he perdido el rumbo.

No sé qué piensan uds, pero yo tengo la sospecha de que la liberación femenina nos salió como el culo. Y no lo digo por aquéllo de que ahora las mujeres tienen dos carreras, la profesional y la de madre, no -o no sólo por eso-, sino porque da la sensación de que en realidad, de liberación, un carajo. Pasamos de estar presas de una imágen maternal, a estar presas de la imágen de perra cachonda. En todo el camino, seguimos siendo objeto de la mirada ajena (y masculina).

En fin, estas reflexiones me suscitaba la Cosmo. Y me sentí muy tonta por estar hojeándola. De inmediato sentí la necesidad de un buen coscorrón que me acomodara las ideas (o de una madre española, que es lo mismo) y muchos Elviralindos (c). Les recomiendo los Elviralindos especialmente, sea ud hombre o mujer.


En otro orden de cosas, novedad de novedades, parece que tengo poderes. Recién vueltas de nuestras minivacaciones, B desempaca en su nueva casa y encuentra con horror un bulto que parece contener los restos de un ritual pagano. Cosha golda. Que son hongos, que no, que son sahumerios, que le tiramos raid a ver si se mueren.

En medio de histeria de B pienso en conseguir un pai, un cura sanador, un fumigador de plagas, algo, no sé, algo que nos haga dormir tranquilas, pero son todas cosas inconseguibles un domingo a medianoche; entonces, a falta de recursos mejores, enciendo velas, pongo un cactus bonsai de centro de mesa, le digo a B que se concentre y entonces, entonces, entonces... ah! sobreviene la inspiración:

"Si hay algún mal espíritu en esta casa que el cactus lo absorba en una de sus
hojas y se desprenda de ella".


Muchas veces en la vida me ha pasado esto de abrir la boca sin saber qué va a salir de ella, y que las palabras que escucho me sorprendan hasta a mi. No sé a qué se debe, juro que no me automedico, no bebo -no más que cualquiera-, no veo Infinito, es una especie de breve posesión, es una fuerza que me habita y me hace decir pelotudeces. Deberé analizar.

Y entonces púmbate, no va y se le cae la hoja al cactus.
Dios mio.
Cuestión, que ahora todas las amigas de B me piden que les limpie la casa y les cure el mal de amores.

Justo yo. Ja.