junio 18, 2008

Pensamientos revolucionarios III

Esta mañana había humo en la ciudad, otra vez.

Fucking retenciones. Cuando a mi a fin de mes me retengan Ganancias voy a prender fuego una computadora. A ver si intoxico a alguien. O por lo menos me bajan de categoría. O algo.

Y hago desde aquí un llamado a toda esa audiencia pro-psi que sé que lee este blog (uds dos, che): no puedo creer que nadie hasta ahora haya reparado en cuanta angustia nos generan las benditas retenciones. ¿No lo ven? ¿Nadie? Va siendo hora de hacer un análisis exhaustivo de esta especie de fijación nacional en la etapa anal. Hay mucha tela para cortar ahí.

(También sería justo el momento de ahondar en qué extraña marca de identidad nos ha dejado la remanida "Composición - Tema: La Vaca", y da pa' mucho, pero es tarde y me da miedo de tener pesadillas con maestras de segundo grado luego).

junio 17, 2008

Barvaro


Viniendo de una familia con un abuelo violinista, una prima pianista, y una media hermana que tocaba el bongó en los subtes de Montreal, he sido criada en la creencia de que la vocación musical acarrea todo tipo de calamidades y desgracias. Resultado: todos los músicos que conozco me parecen a) simplones, b) desnutridos y, c) mugrientos.

¿Se acuerdan del Sr. Barvaro? Bueno, Barvaro era músico. Yo había terminado por darle mi dirección de email por una razón, digamos, literaria: me dijo que tocaba la mandolina. No pude resistirme. Cuando alguien me preguntara "qué hace el chico con el que salís?", yo iba a poder decir "Toca la mandolina" así, tan fresca. Yo soy de esas personas que van por la vida buscando situaciones sitcomizables. Así impliquen salir con un músico. Por supuesto, nadie sabe qué cuernos es una mandolina, pero como todos los italianismos - spaghetti, festichola, cicciolina, calzone, ray's pizza- suena a comedia slapstick.

Y salimos un día. Quedamos en encontrarnos a la salida de mi película del BAFICI.

- Qué es el BAFICI?

Llámenme prejuiciosa y sectaria, pero, ¿qué, no lee el diario?

- Bueno, ¿dónde te encuentro?
- A la salida de los cines, en el Abasto.
- Por Corrientes?

Llámenme fanática de la guía Filcar, pero ¿qué, nunca fue al cine? ¿Nunca pasó por Corrientes y vio que ahí no era?
Yo tenía razón, los músicos son a), b), c) y ahora también: d) viven en una funda de cello. Herméticamente sellada.
Así que me fui al cine.

Cuando yo era mucho más pobre, aún más pobre que ahora y era felíz trabajando para la pequeño-burguesía -no como ahora que me dejo explotar por los grandes capitales transnacionales- vivía en el Abasto. Ahora que soy una suertuda bárbara y cambié de barrio, voy por el Abasto como quien va a La Boca. A empaparme de color local, che. Iba a suceder, más tarde o más temprano. Uno de los piringundines de comida peruana que hasta hace no mucho atronaban con música del altiplano (el altiplano ¿se termina en Bolivia o llega hasta Perú? Como sea), y en cuyas paredes colgaban guirnaldas de plástico, de esas de cumpleaños infantiles; de esos lugares que anunciaban los platos pintando los nombres en las ventanas con colores estridentes, uno de esos piringundines, ahora es uno de esos lugares con sillones blancos y manteles largos que -como quien se casa bien- se ha apodado a si mismo "restaurant étnico". Tenemos que detener la Palermización. Se los ruego. Hoy es el campo, mañana me cortan Córdoba y no dejan salir cómida árabe a ningún barrio colindante. Me la juego, en cualquier momento el Abasto pasará a llamarse Palermo Guantanamera o algo por el estilo. Es más, veo venir muchas más ideas al galope, subidas al caballo inmobiliario (¿burro?): se me ocurre que el Once será algo así como Palermo Noiva Deli; Puerto Madero, Palermo Atlantic City; La Paternal, Palermo Detroit; Almagro, Palermo Cheap; Belgrano, Palermo Miami. Es más, pronto toda la Capital Federal pasará a llamarse Palermo y enrejaremos la General Paz, que es lo que siempre hemos soñado todos los que estamos con el campo. Ah, y a Palermo le ponemos Williamsburg, que parece que es lo último de lo último.

Decía, entonces, que me fui al cine. Me encanta el BAFICI. Para cuando termina, estoy tan empachada de esteticas alternativas, de formas de (no) narración experimentales, de temáticas no convencionales, en fin, estoy tan llena de rupturismo que vuelvo al cine mainstream con los brazos abiertos y la bolsa de pochoclo calentito me parece la gloria. ¿Terminator? Una joya de la coherencia ideológica. ¿El señor de los anillos? Tres horas de fantástico entumecimiento, perdón, quiero decir, entretenimiento. ¿Hugh Grant? Actorazo.

Barvaro no aparece. Espero. No aparece. Me llama.

- Estoy acá, le digo.
- Yo también!

Y sin embargo, no está en ningún lado. Quince minutos, varios pensamientos sobre el suicidio, y alguna reflexión acerca de la vacuidad de las relaciones posmodernas después y justo un minuto antes de que la ponderación sobre si debía retirarme o no antes de que me encontrara tuviera un resultado definitivo, Barvaro encontró la puerta del cine.

Persistencia. Si hay algo que tienen los músicos, es eso del ensayo y error.


junio 09, 2008

El pasado de este blog

está acá:

http://blog.360.yahoo.com/blog-PLePiVw8fqqxwyl5ooAyng--?cq=1&list=1

Este blog empezó como una serie de emails a mis amigos mientras estaba de viaje, y claro luego todos insistieron, seguí mandando, seguí mandando, pero claro, ya vueltos a casa las cosas que uno cuenta no son novedad y uno tiene la misma cara de pissscuí de todos los días que los amigos ven, entonces ya no tiene gracia. Así que no me quedó más remedio que abrirme un blog y a ver si alguien más quería leerme...

Como el link de más arriba contiene unas cuantas barbaridades no está -estequemmmm- abierto al público pero si me mandan un mail a diganmeloami@gmail.com y me dicen quienes son, les doy acceso.

Salutes,
moi.