Mostrando entradas con la etiqueta mi madre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mi madre. Mostrar todas las entradas

marzo 25, 2008

La señora

Sí, fui yo. Yo la voté. Entonces banneénme. Como me dice Daniel, no me tiene que importar lo que mis lectores piensen. Repetez avec moi: nomeimporta, nomeimporta, nomeimporta. Esperen! No se vayan.

Todavía estoy por empezar a arrepentirme -aunque en cualquier momento, miren- pero creo que me habría arrepentido mucho antes si a estas alturas la tenía a Lilita con los brazos en cruz en cadena nacional rogándole a Dios que bajara el índice de inflación como si de la humedad se tratara.

No en serio. Antes de que pierda a mis escasos tres lectores (uno seguro ya se fue), déjeme que les diga por qué-

Está bien, vivimos de la soja, la industria va como un velero empujado por la devaluación pero nadie hace siquiera el plano para construir el transatlántico, en mil cosas está puesto el automático, lo del Indec es un papelón, y hay mucho discursismo berreta, pero piensen en los '90 por un minuto y después charlamos. (Y no me digan que por qué no Lavagna, si total... vieron, eran 2 al precio de 1!)

Y resulta que en casa de mi madre ahora se les da por leer La Nación. Y en La Nación están un poco sacados (o soy yo?).

Cuestión, que la relación con mi madre -que es oriunda de la madre patria y por ello, no vota, no participa, nunca se afilió más que al club del barrio porque tenía pileta y en su puta vida fue a una manifestación, y que, a pesar de haber pasado casi toda su vida adulta en este país, cada vez que va a hacer un statement de algún tipo, comienza siempre la oración con "Porque uds los argentinos", y me mira por encima del hombro-, en fin, decía que la relación con mi madre, en buena medida consiste en que me lea el diario por teléfono todos los días.

Me parece que ya empiezo a notar un poco de saña en el asunto.

- Y vos la votaste!

- No me jodas, andá, empadronáte y votá vos a quién vos quieras.

- Pero qué hago yo con un solo voto?

Un sólo voto. Así es mi madre. Por menos de un bloque de diputados, tres secretarias y buffet froid en el despacho, no se mueve de casa.

enero 25, 2008

De gritar solamente quiero hartarme

Para F, que dice que nunca le cuento nada




Después de que el Hombre del Perfume (en adelante, HdP) me dejara plantada en la otra punta del planeta aún sabiendo cuánto odio volar -episodio que contaré si es que algún día puedo hablar de ello con humor, es decir cuando tenga unos 98 años, es decir, nunca- pasé por todas esas etapas lamentables de los amantes desengañados -etapas de las que hablaré si es que algún día puedo hacerlo con más humor que patetismo, es decir, ídem.

Una vez que fui capaz de ver todo aquéllo con un poco de distancia, al menos, traté de atender el consejo de F (no, no el de la terapia, eso jamás!) y de la mayoría de las revistas femeninas (no, no el de agregarme tetas, ese tampoco!), y mantenerme optimista y open-minded. (¿Por qué no hay traducción para open-minded? "Mente abierta" suena tan como a neurocirugía).

Acepté que me arreglaran un par de citas. ¿Qué tan malo podía ser eso? Entendí entonces, como sospechaba, que open-minded en realidad quería decir estar dispuesto a ir a lugares que a uno no le gustan y hacer lo que uno no quiere con gente que a uno no le agrada.

Tomemos, por ejemplo, la noche en que conocí a Fulanito.

Era la época de las elecciones a intendente (en este blog todavía se dice "intendente", nada de Gobernador de no sé qué cosa). El tema era inevitable:



Fulanito: Bueno, yo siempre tuve cierta simpatía hacia las tendencias de
izquierda... así que... voté a
[ inserte aquí a la izquierda revolucionaria de su preferencia ]

Yo: Ah, y en segunda vuelta?

Fulanito: A [ inserte aquí alguna derecha rancia recauchutada ].


Perfecto. Un tipo consecuente. Tomábamos café. Yo trataba de hacer conversación pasajera, que durara al menos lo que un cortado. Fulanito no dejaba de mirar a la mesa. ¿Será que tengo perejil entre los dientes? ¿Se me estarán cayendo los mocos? ¿Es que soy tan horrible?


Fulanito: Es que... tengo problemas... para... mirar a la gente... a la
cara...



Oh, Dios. Y entonces se despachó: que si su timidez patológica, que sus traumas infantiles, su relación con sus padres, que sus problemas emocionales, sus sesiones con la analista, que no es que sea boludo, sino un poquitín inseguro...

¡Puta, yo también tengo lo mío, pero no se lo suelto al primero que pasa!

Escapé tan pronto como me fue posible, no sin que antes Fulanito me quisiera estampar un beso sin preaviso (¿¿y la timidez patológica??). Me subí al primer taxi en dirección a la casa de B, donde ella y sus amigos daban una fiesta. Quería olvidar el mal trago. De golpe me vi en medio de una suerte de bailando-por-un-sueño doméstico, me atraganté de pisco, tuve que cantar Total eclipse of the heart a duo, un hombre comprometido se ofreció a ser el amor de mi vida, a condición de que lo olvidara el lunes (ay, los hombres, los hombres) y al día siguiente tuve la peor resaca de mi vida (está bien, tuve resaca dos veces en mi vida, total) de la que me fui a reponer en casa de mi mamá, a la que por una vez, debo darle el crédito.

Y no sólo por el té de manzanilla.