enero 26, 2007

Pásenme el flí

Esta semana la cruda realidad me recordó algo que por lo general, por el bien de mi salud mental, mi dignidad, y los valores en que me han criado, trato de ignorar: no son las rubias, sino las mosquitas muertas las que la pasan mucho mejor.

Tengo una compañerita de trabajo que es la preferida del jefe. No, no porque haya intenciones romántico-eróticas de ninguna de las dos partes, sino porque da lástima. Sí, a ella le gusta dar lástima. Y al jefe le gusta sentirse magnánimo, y sentirse magnánimo con alguien que da lástima es tan fácil.

Vamos a suponer que se llama Gabriela. Pero nadie la llama Gabriela; ella es Gabrielita. Porque es toda chiquitita, buenita, tontita. Toda ella es un diminutivo. Pobrecita Gabrielita, que tiene tanto trabajo. Dejemos que Juan y Pepito hagan lo que le correspondería a ella. Pobrecita Gabrielita, se sentía mal y no vino. Y sabés, pobre, justo el novio también se sintió mal ese mismo día, y ¡ops! él tampoco está. O tuvo que salir, Gabrielita, pobre, justo unos minutos antes de que cerrara el banco, así que, no podrías hacer esto vos, que es urgente.

Patrañas, Gabrielita. Yo te veo el juego.

Zorrita.

2 comentarios:

silvia camerotto dijo...

le paso dos flís. todos los que le hagan falta.

Artemisa dijo...

Se agradece...