abril 09, 2008

Samedi

Los sábados tengo clase de francés. Por lo general, luego almuerzo y me voy a mirar vidrieras por Santa Fé. No aprendo mucho del idioma, pero mi guardarropas ha mejorado sensiblemente.


Este sábado, sin embargo, el día estaba tan lindo, el sol brillaba en lo alto, en medio de un cielo azul tan azul, y el saldo de mis tarjetas de crédito era de un rojo tan rojo, que en lugar de las vidrieras decidí simplemente ir a caminar.


Caminé hasta Recoleta. Hacía bastante que no iba a Plaza Francia. Un consejo: no vayan. Ya no es lo que era. Recuerdo cuando yo era una inocente jovenzuela salticando por los prados frente a los mausoleos -ah, qué imagen-, y en la plaza había espectáculos -bueno, es una manera de llamarlos- al aire libre, la gente se sentaba por ahí a tomar mate y charlar, los rolingas-semi-hippies se sentaban con sus camisas de bambula y su flequillo recién podado con la guitarra a cantar Yrajuñalaspiedraaas yrajjjuñalaspiedraaaas yrajjjuñalaaaspieeeeeedraaaaassstaaamiii. Nunca un sitio más adecuado.

Pensándolo bien, era un espanto. Pero un espanto más pintoresco que el de hoy en día, donde a cada paso hay alguien tratando de venderle algo a un turista, con el resultado de que la plaza ya no es más una plaza, sino una versión un poco más internacional de la feria de Retiro. Por un momento pensé que iba a empezar a sonar un coro de alarmas de despertadores de $5; y que desde detrás de una montaña de pitutos alguien gritaba "vea todos los partidos codificados!" . Sí amigos, lo que hay que exportar no es soja, son artesanos. Si un turista es capaz pagar un cenicero pintado de colores chillones a precio euro, bien puede llevarse al cristiano que lo hace por una módica suma más. El alemán/canadiense/escandinavo tendrá un ornamento más que exótico para el living y el artesano cumplirá el sueño de todo argentino tilingo que es vivir en el primer mundo. Voilà. Negocio redondo.

En fin. Seguí camino, y oh sorpresa. La verdadera Plaza Francia no es lo que todos llamamos Plaza Francia. Es otra. El retazo ese de pasto frente al cementerio donde se amontonan los puestitos, ahí donde del otro lado se abre Quintana, bueno, eso no es. No sé cómo se llama. O se llama igual que la plaza Francia que, recién descubro, está del otro lado de Libertador, por extensión, o no tiene nombre. Miré en el mapa de unos simpáticos turistas colombianos, pero nada. ¿Alguien sabe? Estos son tiempos donde caen certezas. Qué tremendo.


La verdadera Plaza Francia está prácticamente desierta. Se llama Francia porque hay un monumento de la comunidad francesa a la nación argentina, cuya inscripción, claro, está en francés. Creo que entiendo lo que dice. Quiero gritar J'ai compri! J'ai compri!, pero sólo hay un par de vagabundos durmiendo. Siento que estoy en uno de esos momentos donde de pronto hay algo que rima con algo, así que me siento debajo del arbol conmemorativo del bicentenario de la Revolución Francesa a estudiar francés, para ver si por inspiración botánica, algo se me pega.


El arbol, un fracaso, che. El vagabundo que llevo dentro me gana y me tumbo al sol en el banco. Tratando de no dejarme vencer por la modorra de después de comer, que cuando uno está al sol hace el mismo efecto que el alcohol, pruébenlo y después me cuentan, decía, en mi duermevela me esfuerzo por leer la falsa noticia sobre Carla Bruni y Sarkozy. Vamos a decirlo de una vez. Este es un blog temerario y no se amedrenta ante el G8 (o ahora eran 7?). Whatever. Quiero decir, quelque-chose. Carla Bruni es fea. Es fe-a. Personalmente, yo, cuando sea grande, quiero ser Coralie Clement.



El artículo también dice que como Monsieur Sarko descartó de plano la idea de usar tacones para las fotos -bueno, eso es un agregado mío- se sometería a un tratamiento para crecer 12 centímetros. Doce centímetros, pienso, y un poco aletargada por el sol, y aunque sé que el artículo es una chanza, tengo una revelación: momento... él se casó con una mujer 12cm más alta?

Esas cosas de verdad pasan en Francia?

Me voy con el primer turista galo que quiera llevarme junto con un cenicero fucsia.

En fin. Sigo caminando, Libertador arriba, recorriendo plazas sin nombre y más monumentos. Agotada por la caminata entro en el Malba, agarro un programa del BAFICI y me siento a leerlo en la cafetería. Hay algo sospechoso en el bar del blanco prístino: es un espejo del del MoMA de Nueva York. Miren. Y lo sospechoso del caso es que el MoMA se remodeló después de que se inaugurara el Malba, si yo no entendí mal. No digo que no podamos exportar sillas blancas, pero ¿a que no es raro? Será que Palermo llega hasta allá. Bueno, decía, el bar donde antaño servían apetitosos y ciertamente más accesibles sandwiches, ahora ha sido rebautizado Café des Arts y ha cambiado sus artísticos menúes en papel desplegable por tradicionales trípticos de cartón forrado con los sandwiches listados... en francés. Dios mío. Quiero decir, Mon Dieu. Qué cruz.

Enfrente mio hay dos chicas, turistas, claro, que son las únicas dispuestas a pagar, no sólo el cenicero sino el sandwich a precio dólar; las miro y trato de deducir en qué idioma hablan. Predeciblemente, y sólo para no escapar al tema de este post, están hablando en francés. Ellas también, como el menú, el monumento, el árbol, merde, todo el mundo me habla en francés. Salvo mi teléfono celular que últimamente me trata de tu, gracias a la megafusión de CTI. Las chicas estas no se parecen en nada a las petites filles avec des cheveux blondes de mi libro de texto, por eso no les entiendo. Más bien parecen salidas de un mural de Diego Rivera. Las chicas se van y entra un regordete saludando a gauche y a droite, y ya harta, me digo, no sé para qué fui a la clase. Con un par de cafés acá y una charla con Obelix, que parece tan simpático, estaba.

Sigo leyendo. Ahora sí. Llega une femme igual a las de mi libro. Gran bolso Vuitton, peinado a la garçon, atuendo informal pero chic. Impecable. Pide un jugo de naranja. En un igualmente impecable acento porteño. Francia ya no es lo que era, me digo, y tomo otro sorbo de café. Para qué mudarme, si al fin y al cabo, Buenos Aires est si belle.

5 comentarios:

Mariana dijo...

Me mate de risa de principio a fin... una francesa salida de un mural de Rivera es una imagen grotesca... o sera que eran de Martinique estas chicas?
Plaza Francia me da miedo. Antes, como buena pseudohipponita (no rolinga) iba en mis escapadas a la big city. Hoy, cuando llego al ispa, le huyo... en realidad le huyo a la big city... c'est la vie.

Tunnard dijo...

Perdón... vos en algún momento eras inocente?

He vuelto! Como hacés para poner cosas de youtube directamente en tu página? Yo quiero y nadie me dice como hacer!

Artemisa dijo...

Te reíste?! Yiiipiiiii!!!! Yo sabía que a alguien iba a resultarle gracioso algo de todo esto un día! : D Gracias, Marian, gracias!
Te desacostumbraste de la big city con la gélida vida rural?

Dani, qué bueno que volviste! Había perdido como un 25% de público. Cómo te fue?
Inocente? Pero si soy una boluda bárbara...
Lo de you tube es una pavada, imaginate que lo pude hacer yo...
Dps te explico!

Pillow_of_Winds dijo...

Salir de francés y gastar mi tarjeta de crédito por la calle santa fe, fui mi actividad de los sábado del año pasado.

Ahora dejé francés.

Artemisa dijo...

Será que nos conocemos??